viernes, 14 de diciembre de 2018

UNA NOCHE EN LA BIBLIOTECA


Era un viernes cualquiera de instituto. Ese día habían mandado más deberes y necesitaba un sitio tranquilo para hacerlos; y, de paso, me daba una vuelta y me compraba unas chuches. Cuando salí del instituto, comí rápido y preparé las cosas. Luego me senté un poco, porque, si me bajaba ya, la biblioteca no estaría abierta.

Hacía un día muy oscuro; parecía que fuese a llover. Era un día de estos raros. A las cuatro y media salí de casa.

Cuando llegué a la biblioteca, aún estaba cerrada. Había tardado solo quince minutos en bajar y aún quedaba un cuarto de hora para que abriera. Mientras tanto, me fui a dar una vuelta a un parque cercano y vi un callejón que me llamó la atención sobremanera.

Iba a empezar a llover dentro de poco, se acercaban nubes por el cielo.

Me adentré en el callejón con sigilo. Giré una pequeña esquina y di de frente con un edificio muy grande, al parecer abandonado.

Sonó un rayo en el cielo que hizo que me asustara.

Al mirar el edificio, vi que había una luz encendida. Algo me decía que no entrara, pero mi curiosidad me hizo cruzar el umbral del edificio. Cogí una linterna que siempre llevaba en mi mochila en un pequeño llavero. Al encender la linterna y hacerse la luz, vi distintos caminos, cuatro en total. Como empujada por una fuerza, mis piernas empezaron a recorrer el primer camino de la izquierda. Al fondo del pasaje había una sala muy peculiar.

Era un espacio lleno de espejos. Lo curioso es que estaban limpios, sin nada de polvo. Anduve un rato entre los espejos, mirando mi reflejo en un lado y en otro. Llegué a un punto en que los espejos parecían ocuparlo todo. Era como un laberinto. Intenté salir, pero no había manera. Me detuve agobiada, pensando qué podía hacer. Me imaginé que estaba soñando y que podía cambiar la realidad. Cuando abrí los ojos, me encontraba en una biblioteca.

Era enorme y tenía seis puertas grandes que representaban algo. La luz estaba encendida. Cogí un libro para ojearlo que se titulaba "Las mareas del sueño", me senté en una mesa y dejé la mochila. Cuando abrí el libro, me quedé dormida.

¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?

Cuando abro los ojos veo la misma biblioteca de antes. Pero ahora las puertas están abiertas y se oye ruido. Creo que voy a entrar en una de ellas. Decido entrar en la que tiene una luna y un sol dibujados.

Lo primero que veo es que hay cielo, un cielo azul y radiante, y estoy en un campo. ¡Increíble! ¡Están todos los personajes de los mejores libros de fantasía del mundo! Hay dragones por el cielo, ciempiés y orugas de colores gigantes por el suelo. .. Al fondo hay un mar y se divisan sirenas. Hay casas en las nubes y todo lo que uno pueda imaginar.

De pronto oigo que la puerta se cierra a mis espaldas y es en ese mismo instante cuando oigo a alguien que me habla. Lo oigo, pero no lo veo. Noto un ligero tacto en la pierna, acompañado de la voz que llama y, cuando giro la cabeza y me agacho, veo un duendecito llamándome en una flor rosa muy alegre. Pienso que no me gustan los duendecitos, me dan miedo. Y, cuando pienso eso, el duende se transforma en una hermosa hada.

- Soy lo que tú quieres que sea- habla el hada leyéndome los pensamientos.

- Eh...

- Ahora mismo no te ven; solo te veo yo, que soy lo primero que has podido cambiar. Este mundo está hecho de materia, sí, pero de la imaginaria. La puedes tocar y vez, a la vez que puedes modificarlo cuando quieras, pero solo se cambiará la parte positiva de tu cerebro. Ahora vayamos a ver al único ser que hace que esto sea posible, un humano, como tú, aliado de los dioses mágicos de esta biblioteca.

- De acuerdo, sí, claro, por qué no, total ya.... Creo que me he vuelto loca.

El hada me guió hacia un castillo que se veía al fondo del gran espacio blanco que, efectivamente, se iba dibujando a medida que yo pasaba por su camino. En ese momento no me acordé de los deberes ni de la hora a la que debía volver a casa; estaba alucinada.

Después de un rato andando, llegamos al castillo, enorme y con muchas piedras, que iban cambiando de forma con el agua que ascendía del suelo. Increíble. Al entrar a palacio, lo primero que vi fue un libro gigante, con el título en la portada: "La balada de los sueños." Luego había unas escaleras de caracol a la izquierda y unos cuadros con lo más famoso de la literatura fantástica a la derecha. Las paredes eran de color azul pastel.

Ascendimos hacia la planta de arriba.

- ¡SEÑOR REYY! ¡TRAIGO A LA ELEGIDA!-¿...?

- Un momento, Philip.

- Pero si eres un hada, ¿cómo es que te llamas Philip?

- Tú me cambiaste de forma, yo solo soy un simple centauro.

- ¿A quién decías que traías?- Se acerca a nosotros un hombre mayor con el pelo canoso, ojos azul profundo y cara de sabio que, al mirarme, se contesta solo.- ¡Vaya, Dios mío, si eres tú! Ven conmigo.- Da un chasquido y, de repente, nos encontramos de nuevo en la biblioteca, y es ahora cuando me doy cuenta de que he de volver a casa.

- ¡Oiga, señor, muy bonito todo, pero tengo que irme a casa, no vaya a ser que a mi madre le dé un ataque!

- Puff.. ¡Qué va! Si llevas aquí solo media luna. Además, no puedes salir hasta que no pase la luna entera y si cumples tu misión.

- ¿Perdona?

- Verás, tu aquí has venido por curiosidad, ¿no? Pues has sido la única en llegar hasta aquí, por el simple hecho de que esto no existe.

- ¿Cómo que no existe?¿Nada de esto es real?

- Sí, sí que lo es, pero solo para ti y para aquel que despierte del mundo del estrés y de los enamoramientos y deje fluir su curiosidad e imaginación. El tiempo que pasa aquí pasa a la vez en tu planeta, pero allí estás, ahora mismo, borrada del mapa. Y eres nueva en este mapa. Bienvenida a Leica Sua, el planeta de la imaginación e historia de lo escrito.

- Guau...OK, pero, ¿por qué estoy aquí? ¿Cuál es "mi misión"?

- Dormir. Pasar una noche en esta biblioteca. Subirte a aquel autobús de allí, dejar que te inyecten una aguja del pensamiento y, luego, automáticamente, volverás a tu casa. - Las últimas palabras se oyen en forma de eco y, cuando asimilo todo lo que me ha dicho, ya ha desaparecido.

Hago caso y me monto en el autobús que acaba de romper estrepitosamente la pared y que va cargado de gente como yo, a los que saludo, pero que parecen no verme. Entonces el maestro se equivocaba, no soy la única. Algunos se bajan del autobús. Unos con cara de asustados y con una etiqueta en la espalda: MIEDO. Otros risueños con otra etiqueta: HUMOR. Digo yo que serán sus secciones.

Subo al autobús y me ponen a mí una de esas etiquetas: FANTASÍA.

Entonces me inyectan algo con una aguja y me dan un algodoncillo, tal como había dicho el sabio. Tomo asiento y el conductor me da un casco dorado. Me lo pongo y, al instante, me duermo.

Sueño con una biblioteca y que yo soy un holograma dentro de ella. Ojeo libros que jamás había visto: "La serpiente risueña" o "El juego del Disluccia". Me llaman mucho la atención. Me parece que pasa una eternidad hasta que me encuentro con un nuevo libro que tiene la portada azul eléctrico de purpurina y oro: "Turarne Leica Sua".

De repente, me despierto en mi cuarto con el libro en la mano y veo que mi madre entra en la sala, con los ojos rojos de haber llorado mucho.

- Cariño...¿Dónde has estado?

- Eh...- Y me abraza.

- Lo recuerdo todo, pero mi vida se vuelve a tornar normal o eso creía, hasta que se da el caso en el que, al pasar al lado de una persona especial, vuelvo a entrar en aquel mundo con ella, aunque no me puede ver.

Un día me da por abrir el libro y veo que las páginas son polvo y que está vacío, menos la primera página: "Cuéntame tus aventuras".



Mª Ángeles Lara Consuegra 2º de E.S.O. B




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