Un día feo y lluvioso tenía que
ir al instituto. Cuando salgo de mi casa andando me suele acompañar mi amigo.
Llegamos y lo primero que hicimos fue irnos directamente a la cafetería. Su
aspecto era feo y sucio. Nos pedimos tostadas de tomate y dos zumos de naranja.
Terminamos de desayunar y sonó la campana para comenzar la primera clase.
Al fin terminamos todas las
clases. Luego solemos irnos a la biblioteca a estudiar y a leer libros de
misterio. Al día siguiente teníamos un examen de Historia y había que estudiar
muchísimo. Cuando terminamos de estudiar, empezamos a leer libros. Uno de ellos
era muy interesante, porque trataba sobre unas chicas que se quedaban una noche
entera en un cementerio en el día de Halloween y, entonces, se me ocurrió una
idea. Expliqué a mi compañero lo que se me había ocurrido: nosotros íbamos a
pasar esa misma noche en la biblioteca. Él me respondió: ¿cómo le piensas
explicar a tu madre que te vas a quedar una noche aquí? Después de pensar un
rato, se me ocurrió algo y llamé a mi madre. Le dije que me quedaba con mi
amigo a dormir porque teníamos un examen muy difícil de estudiar.
Eran sobre las nueve y ya había
amanecido. Cuando pasó media hora, una mujer entró en la biblioteca para
vigilar si había alguien. Nosotros fuimos listos y nos escondimos. Habían
pasado muchos minutos y la mujer seguía todavía allí. Más tarde oímos cómo se
cerraba la puerta con llave. Cuando salimos de ese pequeño cajón, empezamos a
registrarlo todo.
Pasaron las horas y nos
aburríamos mucho. Pero, de repente, mi amigo desapareció. Me puse nervioso porque
no lo encontraba. Al registrarlo todo, encontré unos libros con unos pequeños
candados muy brillantes. Me despertaba mucha curiosidad saber qué podía haber
dentro de ellos. Lo puse todo "patas arriba". Me cansé de buscar y me
di cuenta de que, enfrente de donde estaba yo sentado, había una pequeña llave
con forma irregular.
Cogí la llave y empecé a probar
candado por candado. Al fin encontré el candado correcto. Cuando abrí el libro,
me di cuenta de que estaba muy bien cuidado y me pregunté por qué estaría en
una estantería de madera tan sucia. Empecé a leerlo: era de suspense y de
miedo. Lo dejé abierto.
Estaba todo el rato pensando
dónde podía estar mi amigo. Era muy tarde y estaba cansado. Al final, me dormí.
Después de mucho rato, me volví a
despertar y vi cómo los personajes salían del libro. Me quedé con cara de
asustado. Me levanté de la mesa en la que había dormido, me acerqué a los
personajes y les pregunté: ¿Cómo os habéis salido de los libros? Pero no me
respondieron. Giré la cabeza y allí estaba mi amigo. Me acerqué a él y fui a
abrazarlo. En ese momento, él me dijo: ¿Quién ha abierto el libro? Yo le
respondí. Él me explicó que había que encontrar la llave para poder abrir el
libro y meter dentro a los personajes antes de que empezara la primera hora de
clase. Cuando nos quisimos dar cuenta, los personajes eran muy grandes y lo
destrozaron todo. Después de un rato, conseguimos meter dentro a los personajes
y pudimos cerrar el libro.
Empezaba la primera clase. Nos
escondimos para que la profesora no nos viera al abrir la biblioteca. Cuando la
abrió, nos fuimos corriendo. Llegó la tercera hora y teníamos el examen de
Historia. Me di cuenta de que no habíamos estudiado nada, pero fue una noche
inolvidable.
LUCÍA PÉREZ PIEDRA. 1º DE E.S.O.
A
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