Pleno siglo XXI, más concretamente 2019, y, como todas las noches, Alejandro estaba esperando a que su madre le pusiera la cena. Alex es un niño de 15 años, no muy alto, con un pelo castaño bastante bien cuidado y unos ojos negros intensos, y, como todos los chavales de su generación, está muy desentendido de lo que es cuidar el planeta.
Como aún faltaba para la cena, su madre le mandó que fuera a
tirar la basura. Se enfadó porque perdió la partida que estaba jugando en la
Play y, tras varios refunfuños, se puso las pantuflas, cogió la basura y bajó a
la calle. Cuando estaba acercándose al contenedor, pudo divisar un destello
debajo de este. La oscuridad invadió su cuerpo y, tras encestar la bolsa de
basura en el cubo como si fuera un jugador profesional de la NBA, se agachó
para ver aquella luz.
Era una esfera luminosa y en su interior se podía apreciar
que había algo, pero era difícil descifrar qué. Parecía que esa bolsa se podría
abrir y Alex quiso intentarlo. Al presionarla, se abrió y absorbió a Alex en su
interior. El muchacho quedó inconsciente, por lo que, cuando abrió los ojos, se
sorprendió al no saber dónde se hallaba. Desorientado, miró a su alrededor,
empezó a caminar con miedo, porque allí no había nadie y eso no lo
tranquilizaba. Pocos pasos después, escuchó ruidos y buscó con la mirada su
procedencia. Al parecer, venían de unas
bolsas de basura que había tiradas en la esquina de lo que podría ser la calle
principal de una avenida. No entendía muy bien lo que estaba viendo: ante sus
ojos una persona diminuta con alas estaba luchando por liberarse de una red que
en otro momento estuvo ocupada por naranjas. Pensó que su mente tenía mucha
imaginación para meterlo en aquellos sueños y, con mucho cuidado, trató de
ayudar al hada. Esta, cuando consiguió ser liberada, salió volando lejos de
aquella basura esperando que el chico la siguiera. Y así fue. Cuando llegaron a
un parque más limpio, el silfo le dio las gracias por la gran hazaña que
realizó segundos antes.
El silfo, que se presentó como Levi, es el silfo de la
naturaleza y por eso la ama. Es pensativo, nostálgico, diligente y un poco
inseguro. Posee un rápido ingenio y toneladas de encanto, es uno de los más
elegantes y de muy buenos modales. Si a la naturaleza le “duele” algo, él
absorbe el dolor. Tuvo que sentarse un momento, pues las condiciones del
planeta lo dejaban sin energía y tenía que descansar con frecuencia.
Hechas las presentaciones, a Levi le costó hacer creer a
Alex sobre el sitio donde se encontraba y qué había pasado…Era su ciudad en el
futuro. El mundo estaba siendo destruido, ni más ni menos, por el ser humano. Las
personas cada vez tenían menos conciencia sobre el cuidado del planeta y es por
eso que habían llegado a esa situación en la que el aire que se respiraba
estaba contaminado por todo tipo de gases tóxicos de fábricas, los animales del
mar nadaban entre plásticos, los árboles estaban mustios y los pájaros no
tenían dónde descansar de su vuelo e inundar la flora de su canto; los animales
terrestres también se encontraban sin fuerza y las mamás no eran capaces de
cuidar de sus crías y, por ello, algunas especies estaban al borde de la
extinción. La mayoría de los días estaban teñidos de gris porque al Sol le
costaba hacer su aparición y las flores, por su ausencia, no sacaban sus
pétalos a relucir, las abejas no las podían polinizar y, debido a ello, las
abejas acabaron por extinguirse. Cada catástrofe desencadenaba una peor, los
recursos naturales estaban por terminarse, al planeta no le quedaba mucho
tiempo y Levi necesitaba la ayuda de Alex para cambiar eso.
De acuerdo, os preguntaréis… ¿Cómo podría cambiar eso un
niño de 15 años solo? Muy fácil, con las influencias. Levi sabía que
Alex tenía muchos amigos y compañeros de clase que no reciclaban y no ayudaban
a cuidar el mundo y por ello lo eligió. Levi estaba dispuesto a enseñarle
partes del mundo que estaban peores que su ciudad y también le enseñaría cómo
ayudar a cambiar todo eso.
El primer lugar a donde se dirigían era a China, país con
más población y más contaminación del mundo. Al llegar allí con un chasquido de
dedos por parte de Levi, Alex empezó a mirar hacia todos lados desconcertado,
porque no le dio tiempo a preguntar a dónde iban cuando el silfo hizo ese
pequeño movimiento. Iban caminando por las calles de Pekín, cuando empezó a ver
a unas pocas personas saliendo de un edificio que parecía abandonado. Por un
momento quiso acercarse a preguntarles cómo es que había sucedido todo esto,
pero una pequeña mano tiró de su camiseta e hizo que se girara para encontrarse
con Levi, negando lentamente como si hubiera leído su mente. De un momento a
otro, Levi empezó a caer al suelo alertando a Alex, que, en un rápido
movimiento, puso su mano debajo de él dejando que se sentara en su mano para
descansar. Al parecer, como Levi le dijo a Alex, las teletransportaciones
también gastan una mayor energía, pero descansando podría recuperar al menos la
mitad de esta. Después de que Levi descansara, visitaron otros países, entre
ellos los que lideraban las listas de alto riesgo de contaminación, como
Estados Unidos, India, Rusia y Japón. Cuando llegaron a la última ciudad, Tokio,
Levi ya no tenía energía. Alex se percató de esto y varias lágrimas desbordaron
de sus ojos por la impotencia que le daba ver a morir a aquel silfo entre sus
manos. Levi, con la última poca de energía que pudo reunir, chasqueó los dedos,
se convirtió en un pequeño árbol dentro de una bola de cristal, siendo eso lo
último que vio Alex antes de regresar a casa.
Alex, al despertar por la mañana, pensó que todo había sido
un sueño. Un poco más consciente abrió su mano y vio la bola de cristal con el
árbol dentro. Sabía que ese era el símbolo que el silfo había dejado cuando
había muerto, sin embargo, recordó cada palabra que Levi le había dicho y, lo
más importante, la manera de cuidar el planeta. Era sábado, por lo que Alex no
tenía que ir al instituto y aprovechó esa tarde y parte del domingo para hacer
el trabajo que su profesor de biología le había mandado. Estaba tan
entusiasmado con el trabajo que estaba realizando, que no veía la hora de
llegar y presentarlo.
Llegado al fin el día que Alex tanto había esperado, fue a
su clase sonriente, entró en su aula y se sentó en su asiento correspondiente y
así se dispuso a esperar a segunda hora para, por fin, hablar del cambio
climático. El entusiasmo que sentía no le quitaba los nervios de hablar delante
de toda su clase. No obstante, ahí estaba esperando a ser llamado para hablar
de un tema muy importante para él. Llegó su momento, fue nombrado y tuvo que
salir al frente. En sus manos llevaba una cartulina donde se podían leer
algunos consejos para cuidar el planeta. Empezó a hablar y, a medida que iba
explicando aquello, su corazón se calmó, lo que le ayudó también pensar en
Levi, que seguro que allá donde estuviera se sentíría orgulloso de Alex, pues
el chico estaba poniendo todo de su parte.
“Si todos hacemos nuestra parte, podemos beneficiarnos a
nosotros mismos y a este gran planeta en el que tenemos la suerte de vivir…”
Al final de su explicación comenzó a contar alguno de los
métodos para ello como:
“La regla de las tres R’s:
reducir, reusar y reciclar, que permite disminuir la cantidad de basura que se
genera y mejorar sus procesos de manejo".
Cuidar el agua y apagar la luz: para disponer de agua fresca
y de electricidad, es necesario gastar energía. Con simples medidas como apagar
las luces que no se ocupan, reparar filtraciones, aprovechar al máximo la luz
natural o aislar apropiadamente tu hogar, puedes disminuir considerablemente el
consumo de energía.
Plantar árboles: los árboles producen oxígeno, previenen la
erosión de los suelos, controlan las inundaciones y también sirven de refugio
para algunos animales silvestres. Si plantas alguno, harás del planeta un lugar
mejor.
Proteger fuentes de agua locales: si cerca de tu hogar hay
un río, lago o incluso el mar, no lances basura en ellos. Tampoco botes
desechos como pintura, aceite o productos químicos directamente a la tierra,
porque puedes contaminar napas subterráneas.
Conducir menos, caminar más: si necesitas usar un vehículo
para llegar a un lugar, usa el transporte público o comparte coche con tu
vecino o amigos. Y si tu escuela no está tan alejada de tu hogar, puedes levantarte
un poco más temprano e irte caminando o en bicicleta.
Comprar productos que sean eficientes en términos
energéticos: existen una serie de electrodomésticos y aparatos que consumen
poca energía y, a la vez, entregan un servicio de calidad.
Adquirir productos elaborados localmente: esto te permitirá
reducir tu huella de carbono, ya que podrás utilizar menos plásticos, contribuir
al menor gasto de combustible por traslado de productos y usar menos material
de empaque, entre otras cosas.
No tirar basura: aunque parece algo obvio, muchas personas
que van por la calle o en sus coches tiran papeles, bolsas, chicles, colillas
de cigarrillo o cualquier cosa que consideren basura, sin tener en cuenta que
su actuar tiene un gran impacto en el medio ambiente. Si tú lo haces y quieres
ayudar, debes cambiar este hábito.”
El profesor quedó tan asombrado con el trabajo del chico que,
al terminar la clase, fue a contárselo a los demás profesores. Habían decidido
tomar el trabajo de Alex para convertirlo en un proyecto para el instituto.
Claramente, primero se lo comunicaron a él, que, al escucharlo, no se lo podía
creer. Tal vez no pudo salvar a Levi, pero sí se aseguraría de que ningún silfo
o hada de la naturaleza muriera si él podía evitarlo.
Estremecedor futuro, espectacular relato
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