domingo, 20 de enero de 2019

LUCÍA PÉREZ: UNA NOCHE EN LA BIBLIOTECA


Un día feo y lluvioso tenía que ir al instituto. Cuando salgo de mi casa andando me suele acompañar mi amigo. Llegamos y lo primero que hicimos fue irnos directamente a la cafetería. Su aspecto era feo y sucio. Nos pedimos tostadas de tomate y dos zumos de naranja. Terminamos de desayunar y sonó la campana para comenzar la primera clase.

Al fin terminamos todas las clases. Luego solemos irnos a la biblioteca a estudiar y a leer libros de misterio. Al día siguiente teníamos un examen de Historia y había que estudiar muchísimo. Cuando terminamos de estudiar, empezamos a leer libros. Uno de ellos era muy interesante, porque trataba sobre unas chicas que se quedaban una noche entera en un cementerio en el día de Halloween y, entonces, se me ocurrió una idea. Expliqué a mi compañero lo que se me había ocurrido: nosotros íbamos a pasar esa misma noche en la biblioteca. Él me respondió: ¿cómo le piensas explicar a tu madre que te vas a quedar una noche aquí? Después de pensar un rato, se me ocurrió algo y llamé a mi madre. Le dije que me quedaba con mi amigo a dormir porque teníamos un examen muy difícil de estudiar.

Eran sobre las nueve y ya había amanecido. Cuando pasó media hora, una mujer entró en la biblioteca para vigilar si había alguien. Nosotros fuimos listos y nos escondimos. Habían pasado muchos minutos y la mujer seguía todavía allí. Más tarde oímos cómo se cerraba la puerta con llave. Cuando salimos de ese pequeño cajón, empezamos a registrarlo todo.

Pasaron las horas y nos aburríamos mucho. Pero, de repente, mi amigo desapareció. Me puse nervioso porque no lo encontraba. Al registrarlo todo, encontré unos libros con unos pequeños candados muy brillantes. Me despertaba mucha curiosidad saber qué podía haber dentro de ellos. Lo puse todo "patas arriba". Me cansé de buscar y me di cuenta de que, enfrente de donde estaba yo sentado, había una pequeña llave con forma irregular.

Cogí la llave y empecé a probar candado por candado. Al fin encontré el candado correcto. Cuando abrí el libro, me di cuenta de que estaba muy bien cuidado y me pregunté por qué estaría en una estantería de madera tan sucia. Empecé a leerlo: era de suspense y de miedo. Lo dejé abierto.

Estaba todo el rato pensando dónde podía estar mi amigo. Era muy tarde y estaba cansado. Al final, me dormí.

Después de mucho rato, me volví a despertar y vi cómo los personajes salían del libro. Me quedé con cara de asustado. Me levanté de la mesa en la que había dormido, me acerqué a los personajes y les pregunté: ¿Cómo os habéis salido de los libros? Pero no me respondieron. Giré la cabeza y allí estaba mi amigo. Me acerqué a él y fui a abrazarlo. En ese momento, él me dijo: ¿Quién ha abierto el libro? Yo le respondí. Él me explicó que había que encontrar la llave para poder abrir el libro y meter dentro a los personajes antes de que empezara la primera hora de clase. Cuando nos quisimos dar cuenta, los personajes eran muy grandes y lo destrozaron todo. Después de un rato, conseguimos meter dentro a los personajes y pudimos cerrar el libro.

Empezaba la primera clase. Nos escondimos para que la profesora no nos viera al abrir la biblioteca. Cuando la abrió, nos fuimos corriendo. Llegó la tercera hora y teníamos el examen de Historia. Me di cuenta de que no habíamos estudiado nada, pero fue una noche inolvidable.



LUCÍA PÉREZ PIEDRA. 1º DE E.S.O. A

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